by: Angélica
La época decembrina es un tiempo especial para crear recuerdos significativos, y en nuestra comunidad escolar no fue la excepción.
Desde el momento en que llegaron al preescolar, los niños irradiaban emoción. Cada uno venía vestido con ropa alusiva a la Navidad: suéteres con renos, vestidos de duendes, gorros de Santa Claus que llenaron el lugar de color y alegría.
El vestuario fue más que un detalle decorativo; ayudó a crear un ambiente donde la imaginación y el espíritu navideño pudieran florecer. Los niños compartieron con orgullo las historias detrás de sus atuendos, fomentando la comunicación y la conexión entre ellos.
Uno de los momentos más esperados del día fue romper las piñatas. Más allá de ser una actividad divertida, romper la piñata también fue una oportunidad para enseñar paciencia y trabajo en equipo.
Aunque el convivio estuvo lleno de actividades navideñas tradicionales, también tuvo un propósito educativo y emocional. Este tipo de eventos son esenciales en el desarrollo integral de los niños porque les permiten:
- Reconocer y valorar las tradiciones culturales: La Navidad es una festividad con múltiples expresiones, y celebrarla en comunidad ayuda a los niños a apreciar las costumbres y su importancia.
- Fomentar la convivencia y el respeto: Al participar en actividades grupales, los niños aprenden a trabajar juntos y a respetar los turnos y las diferencias individuales.
- Reforzar su sentido de pertenencia: Estas experiencias les permiten sentirse parte de algo más grande, fortaleciendo su confianza y su vínculo con la escuela.
El convivio navideño dejó más que dulces y buenos recuerdos. Dejó en cada uno de nosotros la certeza de que, como comunidad, podemos construir momentos significativos para los niños, basados en el amor, el respeto y el trabajo en equipo.
¡Que esta experiencia nos inspire a seguir cultivando la alegría y los valores en cada paso del camino educativo!
